lunes, 16 de febrero de 2015

YUAN

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EL YUAN



 La reciente devaluación del yuan ha generado un gran impacto mediático y político a nivel internacional, debido a las tres devaluaciones de la moneda en apenas 72 horas.
En este escrito me gustaría aproximarme al tema del impacto internacional de la reciente devaluación del yuan. Cabe recordar que el Renminbi (人民) –nombre oficial de la moneda china– o yuan () –nombre de la unidad de divisa– ha estado estrechamente vinculada al Dólar estadunidense desde la década de 1990, por lo que su valor ha sido particularmente estable, alrededor de 6.1 yuanes por dólar. Sin embargo, además de que refuerza la percepción de la sobrevaloración, centralmente dirigida, de la moneda china. Básicamente el yuan se ha devaluado tres veces en apenas 72 horas hasta alcanzar los 6.3306 por dólar; el mayor debilitamiento de la moneda china desde 1994.
Pero vayamos por partes. No pretendo analizar los efectos del yuan de manera extensiva y técnica, sino, más bien, recalcar las probables implicaciones de su devaluación para las relaciones internacionales de China. Por un lado, la posición oficial aclara que la devaluación del yuan está destinada a “corregir problemas” de presiones en las intervenciones del Banco Popular de China.
Es decir, a pesar de los esfuerzos de China para aumentar su presencia monetaria global, y con ello su influencia, aún no es candidata para sobrellevar los costos de ser una potencia económica mundial. La reciente devaluación le da razón tanto a Washington cuanto a Beijing, ya que fomentará las exportaciones chinas y fortalecerá la presencia mundial del dólar estadunidense. Lo anterior no permitirá la materialización de un modelo de desarrollo con base en el consumo interno, como pretende el gobierno de China. Más allá de la retórica de “ajuste” de la moneda –dirigida, eminentemente, para apaciguar temores en los mercados globales– es un hecho que Una cosa fue beneficiarse del comercio internacional, pero otra es querer beneficiarse de las finanzas internacionales sin dar algo a cambio, que sería permitir la libre flotación del yuan.
Al parecer, Beijing no ha comprendido, aún, que participar en el diseño de las reglas financieras globales conlleva obligaciones, y no solo beneficios. En mi opinión, y contrario a las intenciones del gobierno chino, , ya que esto es un reflejo de la debilidad de la economía china, y es reflejo de la intención de continuar con el modelo exportador como “apuesta segura” para el desarrollo económico. Al yuan le falta, todavía, un largo trecho por recorrer.
Hasta el punto de analizar la posibilidad de establecer un acuerdo que incluya más sectores, como inversiones y préstamos. Empero, después de seis años de construir las bases para el intercambio en monedas nacionales, el yuan no se ha podido posicionar como la moneda de preferencia en tanto las empresas rusas ya están acostumbradas a usar el dólar, usado en aproximadamente el 90% de las transacciones comerciales y financieras globales. Y es que en el esfuerzo de la conversión directa entre las monedas locales aún hay notables pérdidas.


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